Origen del antagonismo judeo-samaritano

            Cuando uno lee los evangelios nota que en época de Jesús, había cierto antagonismo entre judíos y samaritanos. Debido a esto uno llega a creer que los samaritanos no eran hebreos. Ese antagonismo lo vemos en varios pasajes. Los más conocidos son el caso de la samaritana en el pozo (Jn 4:9), y el caso de los diez leprosos (Lc 17:12-19). En este último se ve que a los samaritanos los consideraban extranjeros a pesar de ser hebreos. Los samaritanos (habitantes de la ciudad y región de Samaria), no eran bien vistos por los judíos del sur, debido ciertas diferencias raciales que provenían desde la época del primer cautiverio. Por eso es que la mujer samaritana se extraña de que Jesús le dirija la palabra.

       "Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana; porque los judíos no se tratan con los samaritanos."          ( Jn 4:9 )

 

       "15 Entonces uno de ellos, como se vio que estaba limpio, volvió glorificando a Dios a gran voz; 16 y derribose sobre el rostro a sus pies dándole gracias; y este era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?"                                                                                                                    (Lc 17:15-18)

            Estos dos pasajes, y otros que pudiera mostrar, nos indican que los samaritanos (al norte), aunque eran hebreos, eran menospreciados y considerados como hebreos extranjeros, o hebreos de segunda clase, por los que eran de Judá (al sur). Algo parecido a lo que en otras épocas sucedía con los negros.

            Este antagonismo tuvo su origen muchos siglos antes, cuando la región de Samaria recibió inmigrantes que no eran hebreos. Lo que dice el siguiente versículo y los sucesivos, nos dan idea del origen de ese antagonismo. Recordemos que el reino de Salomón se dividió en dos: uno llamado Israel, al norte; y otro llamado Judá, al sur; y que el reino del norte cayó en manos de los asirios, largo tiempo antes que el del sur cayera en manos de los babilonios.

       "Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, y de Cutha, y de Ava, y de Hamath, y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades."               ( II R 17:24 )

            Como vemos en el pasaje anterior, muchos de los habitantes de Samaria, eran de origen asirio y babilónico, y por lo tanto, sus descendientes no eran hebreos. Es seguro que algunos de estos extranjeros se mezclaron con algunos de los hebreos que quedaron en Palestina luego de la trasmigración a Asiria. A estos que quedaron se les llama en II R 24:14 y 25:12, "los pobres de la tierra".

       "Y llevó en cautiverio a toda Jerusalem, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y a todos los oficiales y herreros; que no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra."                                ( II R 24:14 )

 

       "Mas de los pobres de la tierra  dejó Nabuzaradán, capitán de los de la guardia, para que labrasen las viñas y las tierras."                                     ( II R 25:12 )

            O sea, que no se llevaron de Samaria a todos los israelitas, sino solamente los que eran guerreros, los que podían ser caudillos, o los que tenían oficios útiles. En todo el reino del norte (Israel), y en Samaria su capital, dejaron a los que no tenían nada. A esos les daban tierras, para que estuvieran a favor de los conquistadores, y sobre todo, para que sembraran y produjeran para los impuestos. También quedaron aquellos que se escaparon del desastre general huyendo a los montes.

            Sabemos que esto fue así, porque después del cautiverio asirio al reino de Israel (norte), todavía había allí hebreos. Estos hebreos del norte fueron convidados a la Pascua por el rey Ezequías de Judá, (del reino del sur) como podemos ver en II Cr 30:1-11. También se puede ver la misma participación de hebreos del norte en la Pascua que se celebraba en el sur, en días del Rey Josías de Judá, según vemos en II Cr 35: 17.

       "1 Envió también Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió letras a Efraín y Manasés, que viniesen a Jerusalem a la casa de Jehová, para celebrar la Pascua a Jehová Dios de Israel...... 6 Fueron pues correos con letras de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y él se volverá a las reliquias que os han quedado de la mano de los reyes de Asiria."                                ( II Cr 30:1-6 abreviado )

 

       "Así fue aprestado todo el servicio de Jehová en aquel día, para hacer la Pascua, y sacrificar los holocaustos sobre el altar de Jehová, conforme al mandamiento del rey Josías. Y los hijos de Israel que se hallaron allí, hicieron la Pascua en aquel tiempo, y la solemnidad de los panes sin levadura, por siete días."           ( II Cr 35:16-17 )

            Algunos hebreos de los que quedaron, se mezclaron con los extranjeros que habían traído de Asiria y Babilonia. No quiere decir eso que todos los hebreos samaritanos se mezclaron con los extranjeros, pero aunque sólo un pequeño porcentaje de ellos se mezclara, ya era razón bastante para que los judíos del reino del sur, (la tribu de Judá) los tuvieran como racialmente impuros.

            La samaritana nos hace ver que ella se consideraba descendiente de Jacob, como vemos en Jn 4:12. Se sabe que había samaritanos que eran mezcla de asirios, babilonios, hebreos, etc., pero que había otros que eran israelitas de pura cepa.

       "¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados?"                                                               ( Jn 4:12 )

            La samaritana, que se consideraba descendiente de Jacob, esperaba al Mesías como vemos en Jn 4:25, y esperaba que le declararía muchas cosas. De manera que se suscitaba con ellos un problema complicado, porque eran, racialmente dudosos, y religiosamente semejantes a los judíos, pero no eran aceptados por éstos.

       "Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas."                                         ( Jn 4:25 )

            Este es el origen del antagonismo judeo-samaritano que vemos en los evangelios. A través de los siglos esta animadversión, aunque decreció en intensidad, no fue eliminada del todo, y por eso llegó hasta la época de Cristo.

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