LOS 400 PROFETAS DE ACHAB: EL ENGAÑO. ¿MINTIÓ MIQUEAS HIJO DE IMLA?

            Primeramente es bueno percatarnos de que este profeta, de nombre Miqueas, no es Miqueas de Morasti, el que escribió uno de los últimos libros del Antiguo Testamento, sino que se trata de Miqueas hijo de Imla.

            Antes de comenzar a analizar este pasaje, sobre los que pudiera parecernos una mentira de Miqueas, es bueno tratar de darnos cuenta de quiénes eran estos 400 profetas que tenía Achab, el rey de Israel, al norte. Estos 400 profetas profetizaban cosas halagüeñas para el rey Achab, mientras que Miqueas hijo de Imla, los contradecía, de parte de Dios. Estos eran falsos profetas de Dios, pero no eran profetas de Baal.

            Digo que estos 400 no eran profetas de Baal por dos razones: una, porque Elías había matado todos los 450 profetas de Baal, no mucho antes, y es muy dudoso que hubieran podido reunir en tan poco tiempo, otros 400; la otra razón es que ellos, aunque falsamente, se llamaban a sí mismos profetas de Jehová. Prueba de ello es que hablaban en nombre de Dios, como vemos en 22:11-12 y 24. No es eso nada raro, hoy en día hay muchos que predican en el nombre de Dios y de Cristo y no creen en ellos. El mismo caso del profeta Hananías, en el capítulo 28 de Jeremías, es buena prueba de esto que digo.

       Y Sedecías hijo de Chanaana se había hecho unos cuernos de hierro, y dijo: Así ha dicho Jehová: Con éstos acornearás a los Siros hasta acabarlos. Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: Sube a Ramoth de Galaad, y serás prosperado; que Jehová la dará en mano del rey.” (I R 22:11-12)

 

       Llegándose entonces Sedecías hijo de Chanaana, hirió a Miqueas en la mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el espíritu de Jehová para hablarte a ti?”                                                                                           ( I R 22: 24 )

            Además, a la luz de este pasaje, que menciona 400 profetas vivos, adquiere claridad el pasaje de la ejecución de los 450 profetas de Baal. En I R 18:19 vemos que Elías menciona los 400 profetas de los bosques, además de los 450 profetas de Baal. Sin embargo, luego vemos en 18:40, que a los que Elías mata es a los de Baal solamente. Pudiera ser que los 400 profetas de los bosques se consideraban ministros de Jehová, aunque tuvieran un culto irregular en los bosques, y no en el Templo de Jerusalem, al sur. Posiblemente por eso no los mató Elías. Sea que estos 400 profetas mencionados en I R 22:11-12 sean o no los mismos que los mencionados en 18:19, lo cierto es que se llamaban a sí mismos profetas de Dios, aunque no lo fueran en realidad. Al menos, nominalmente, de dientes para fuera, invocaban Su nombre.

       Envía pues ahora y júntame a todo Israel en el monte de Carmelo, y los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal,  y  los cuatrocientos profetas de los bosques, que comen de la mesa de Jezabel.”            (I R 18:19)

 

       Y le dijo Elías: Prended a los profetas de Baal, que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.”                                                                                                                 ( I R 18: 40 )

            Además de los anteriores razonamientos, vemos que cuando Josafat de Judá pide a Achab de Israel que se consulte a Jehová, ( 5 ) Achab le trae estos 400 profetas. No es lógico pensar que si reconocidamente ellos hubieran sido profetas de Baal, Achab fuera a tratar de pasárselos a Josafat como profetas de Dios. Así que debemos concluir que aquellos hombres se calificaban a sí mismos como profetas de Dios, aunque parcial o totalmente fueran unos farsantes.

       5 Y dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová. 6 Entonces el rey de Israel juntó los profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra contra Ramoth de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque el Señor la entregará en mano del rey. 7 Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual consultemos? 8 Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aun hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Miqueas, hijo de Imla; mas yo le aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo: No hable el rey así. 9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco, y le dijo: trae presto a Miqueas hijo de Imla.”                                                (I R 22:5-9)

            Así las cosas, cuando Josafat de Judá (donde se adoraba a Dios y no a Baal) pide consultar a Dios, le traen estos 400 profetas ( 6 ). Pero parece que Josafat no quedó muy convencido de la confiabilidad de estos 400 profetas de Jehová”, porque preguntó ( 7 ) que si no había otro profeta de Dios. A pesar de la renitencia de Achab rey de Israel a llamar al verdadero profeta de Dios, ante la insistencia del rey Josafat de Judá (8-9) optó por complacerlo. No podía Achab, por un capricho suyo, prescindir de una tan preciosa ayuda militar como eran las tropas de Josafat de Judá allí presentes, como vemos en el versículo cuatro.

       Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramoth de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Como yo, así tú; y como mi pueblo, así tu pueblo; y como mis caballos, tus caballos.”                      ( I R 22: 4 )

            Es por eso que a pesar de la resistencia de Achab, el profeta Miqueas entra en escena. Como veremos más adelante, en realidad Miqueas había sido enviado por Dios para que explicara cómo había espíritu de error en los otros 400 "profetas"; puesto que Dios no engaña ni deja engañado a quien quiera saber la verdad.

       15 Vino pues al rey, y el rey le dijo: Miqueas, ¿iremos a pelear contra Ramoth de Galaad, o la dejaremos? Y él respondió: Sube, que serás prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey. 16 Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová? 17 Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.”                                                                                                   ( I R 22: 15-17 )

            Aunque Miqueas en el versículo 15 dice una cosa que no es cierta, no se le puede calificar de mentira, porque a todas luces se da uno cuenta de que fue dicho en una forma, que nadie, ni aún Achab (16), lo creería. Posiblemente el tono de la voz, los gestos y ademanes de las manos y de la cara, etc., indicaban que hablaba en forma irónica, en forma burlona. O sea, que por el contexto nos damos cuenta de que aquello lo dijo Miqueas en forma que todos iban a entender que la verdad era otra.

            Me baso para creerlo así en la reacción de Achab en el versículo 16. Si Miqueas hubiera dicho aquello en forma que pudiese haberse tomado como que estaba hablando en serio, Achab, a quien convenía que la gente creyera que también Miqueas profetizaba en su favor, se hubiera callado la boca y no lo hubiera increpado, como se ve que hizo en el 16. Sin embargo, por la forma airada, en que respondió Achab de Israel, nos damos cuenta de que él no podía tomar lo dicho por Miqueas, como una cosa aceptable. Así que en esto Miqueas hijo de Imla no mintió, sino que habló en una forma irónica que era evidente a todos.

            Si Miqueas hubiera dicho lo que dijo en el versículo 15 en una forma creíble para la multitud, Achab se hubiera callado la boca y lo hubiera dejado pasar, porque convenía a sus propósitos de animar a la gente para la guerra. Si nosotros hoy en día no podemos percibir la verdadera forma en que aquello se dijo, es porque no oímos el tono de voz del profeta ni vemos su cara ni sus ademanes, pero nos podemos guiar por el contexto.

            En la vida corriente nosotros hablamos muy a menudo como Miqueas. A veces alguien pregunta: ¿has visto a Fulano? y su interlocutor responde, , un perro se lo llevaba en la boca”. Todos sin embargo, entendemos que quiere decir que no lo ha visto. Aunque no es cierto lo que dijo, tampoco es una mentira, porque está dicha para que nadie la crea.

            Lo que sucedió con Miqueas es totalmente opuesto a lo que sucedió con los 400 profetas. Miqueas dice algo falso con el propósito de que nadie lo crea, a fin de poder aclarar luego; sin embargo, los cuatrocientos profetas dicen algo falso para que sí se crea que es cierto y sin el propósito de aclarar luego. ¿Ahora bien, quién engañó a los profetas?

            Ante todo vemos en 19-23 que en aquella época aún vivían en el cielo los espíritus rebeldes, y asistían ante el Trono de Dios al igual que se ve en Job, capítulo uno. Esto siguió siendo así hasta que ellos se atrevieron a atentar contra la vida de Jesús, época en la que fueron expulsados del Cielo a la Tierra.

            Pues bien, uno de estos espíritus de mentira o ángeles rebeldes, propuso engañar a los 400 profetas de Achab. Dios le permitió hacer tal cosa ( 22 ), pero no consintió que el engaño quedara sin aclaración, aún delante de aquel a quien se pretendía inducir a subir a pelear a Ramoth de Galaad: el rey Achab.

       19 Entonces él dijo: Oye pues palabra de Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él, a su diestra y a su siniestra. 20 Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Achab, para que suba y caiga en Ramoth de Galaad? Y uno decía de una manera; y otro decía de otra. 21 Y salió un espíritu, y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? 22 Y él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y Él dijo: Inducirlo has, y aun saldrás con ello; sal pues, y hazlo así. 23 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti.”   ( I R 22: 19-23 )

 

       26 Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Miqueas, y vuélvelo a Amón gobernador de la ciudad, y a Joas hijo del rey; 27 y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel, y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz. 28 Y dijo Miqueas: Si llegares a volver en paz, Jehová no ha hablado por mí. En seguida dijo: Oíd, pueblos todos.”                                                                                                                       ( I R 22: 26-28 )

            Así vemos en 19-23 y 28 que un verdadero profeta de Dios aclara todo lo ocurrido detalladamente; así que ya no había engaño. No sólo estaba él diciendo la verdad, sino que aclaraba por qué los otros estaban profetizando la mentira. La culpa era de los que no querían creerle al profeta verdadero y preferían creerle a los falsos profetas, que hablaban lo que a los engañados les gustaba oír. Es el mismo caso de los ángeles rebeldes, que parecen no querer creer lo que les va a suceder. O el caso de las religiones falsas y el cristianismo verdadero. Dios permite que las religiones falsas (espiritismo, budismo, judaísmo, ruselismo, armstrongismo, islamismo, mormonismo, romanismo, etc.,) que son los falsos profetas de hoy, digan sus mentiras, pero desde siempre ha mantenido las Sagradas Escrituras y a los que se basan en ellas para predicar, a fin de que todos sepan cuál es la verdadera verdad, y sepan también por qué están engañados los demás. La culpa es de la gente que prefiere creer la mentira de los que los halagan a ellos o a sus concupiscencias.

            En el caso del rey Achab, a pesar de que él se halló frente a la verdad, la rechazó, porque le gustaba más lo que decían los 400 profetas falsos, lo cual concordaba con su afán de poder, con su deseo de conquistar aquella ciudad, o sea, con su concupiscencia.

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