Los
  errores doctrinales de muchos cristianos tienen uno o más de estos
  varios orígenes
       
  Muy a menudo el cristiano carga con errores doctrinales que no
  debían enseñorearse de
  ellos, pero que los dominan
  inmisericordemente. Eso es debido
  a deficiencias de su alma: falta
  de amor a Dios, por lo cual la
  verdad divina no es su principal
  objetivo, y a
  veces, no es ni siquiera un objetivo
  en ellos. Su
  ego, sus concupiscencias en general
  ocupan el principal lugar de sus
  intereses. Esos errores doctrinales
  se apoderan de ellos por las siguientes
  razones. 
       
  a) La ignorancia casi
  total de la Biblia. Todos llevan la Biblia a la
  iglesia, y la abren para comprobar si lo que en ella lee el pastor es
  cierto; como si el pastor fuera
  a engañarlos. Sin
  embargo, jamás apagan el
  televisor para leer la Biblia
  solos, en sus casas, sin
  estar siendo llevados por el narigón en sus estudios de las doctrinas
  de Dios. 
       
  b) La falta de una
  visión integral y coherente de la Escritura, debido a que
  leen un pasaje aquí, un
  versículo allá,
  y jamás leen por orden toda la Biblia desde el Génesis hasta
  el Apocalipsis. Esos hermanos casi siempre saltan "lo que no les gusta" y lo
  que ellos consideran que "no tiene
  importancia". 
       
  c) El hecho de que realizan
  estudios usando amañados "cursos" sobre la
  Biblia, o sobre doctrinas
  sectarias, preparados por los
  intereses creados de los
  sectores, tanto el religioso como el
  político. Muchos de estos "cursos" deforman la verdad bíblica
  a su conveniencia, confiados en
  la realidad sicológica
  probada, de que al humano le
  es mucho más difícil des-aprender lo aprendido para
  rectificar, que aprender algo por primera
  vez. 
       
  Ellos saben que una vez que los adoctrinen en un
  error, son muy pocos los que se
  les escapan, si es que alguno
  se escapa. Un caso reciente de
  "cursos" preparados por los intereses creados del sector
  político, deformando la
  Escritura para obtener la simpatía de esa cristiandad a la que tanto
  desprecian, es cuando los que
  "interpretaban" las
  profecías, decían que Gog y Magog era la Unión
  Soviética. La
  URSS
  cayó, y ahora cambian la
  interpretación de la profecía para que refleje a sus otros
  enemigos políticos.
  
       
  d) La casi total ausencia de
  espíritu crítico respecto a las enseñanzas que recibe.
  El seminarista o el miembro de
  iglesia, confiado en sus
  maestros,
  cree las doctrinas que le enseñan
  antes de analizarlas; y luego de
  creerlas, cuando alguien le
  contradice, trata de encontrar
  pasajes que la sustenten; en vez
  de hacer el proceso a la inversa:
  analizar primero la doctrina y después creerla y
  defendera.
  A veces, la ausencia de espíritu crítico es debida al
  temor que les causa ser apartados del seminario o de la
  iglesia, si contradicen lo que allí se
  enseña. Incluso el temor
  a ser destituido como pastor y perder su sueldo y su
  jubilación. Otras veces la falta de espíritu crítico se debe
  a una falsa noción de fidelidad a la
  secta, o al espíritu de
  clan, o de
  grupo. 
       
  e) El hecho de que las palabras
  no tienen el significado que ellos le atribuyen. Lo cual es un grave
  problema semántico, porque
  es como si el hermano y la Biblia,
  o el hermano y su interlocutor hablaran dos idiomas
  diferentes. 
       
  f) El usar la misma palabra
  para expresar dos o más cosas, o conceptos diferentes, sin darse
  cuenta ellos mismos de cuándo expresan uno y cuándo el
  otro. Si en la ecuación
  "A + 7 = 11"
  , le hemos atribuido a
  la letra "A" un valor de cuatro,
  no debemos, sin hacer la aclaración
  pertinente, decir que "A + 5 =
  20", porque en este caso le estamos atribuyendo a la letra "A" un
  valor de 15 y no uno de 7, que
  fue el que primero le dimos. Hacer
  eso crea confusión en nuestro
  interlocutor, pero eso mismo es lo que hacen muchos en sus
  debates, sobre todo en
  religión.
  
        g) El usar,
  para razonar sobre la verdad de nuestras doctrinas, premisas o conceptos
  originados en la
  tradición,
  como si estos conceptos fueran premisas
  bíblicas. Si por
  tradición nos enseñan que el número 3 vale cinco
  unidades, cada vez que veamos
  3 x 4 diremos ser igual a 20 a pesar de que sólo es igual a
  12. Y todo esto sucede por falta de espíritu
  crítico, o por temor a
  ser echado del pastorado, o del
  seminario o "excomulgado" de la
  secta. 
       
  h) Otro problema que confronta
  el cristiano, al igual que cualquier otro ser humano, es la mezcla de
  sentimientos en el proceso del razonamiento. Sentimientos tales
  como: 1) temor a ofender
  a Dios si duda de lo que le
  enseñaron, y lo somete
  al raciocinio;
  2) temor a encontrar una verdad
  que a él se le antoja pudiera ser muy difícil de
  cargar;
  3) falta de fe en el amparo de
  Dios, al creer que si
  razona, uno más inteligente
  que él puede engañarlo y hacerlo errar de lo que a
  priori, o por
  intuición, él cree
  ser la verdad absoluta;
  4) temor a cambiar de doctrina
  y entonces tener que enfrentarse a los hermanos que antes pensaban como
  él;
  5)
  orgullo, resistencia a admitir que estaba errado y que no había
  utilizado adecuadamente sus facultades
  mentales; 6) temor a lo que
  para él es nuevo, sin saber
  por qué teme;
  etc.. 
       
  ¿Y cuál sería
  la solución? Leer la Biblia todos los
  días, por orden; no temer
  a que nos contradigan; darnos
  cuenta de que si "nos confunden",
  eso es un estado transitorio,
  momentáneo, pues el
  Espíritu Santo no nos va dejar desamparados si nosotros queremos encontrar
  la verdad; y sobre
  todo, recordar lo que Cristo
  prometió en Lc
  21:15,
  que nos daría boca y
  sabiduría, a la cual no
  podrían replicar los que se oponen a sus
  enseñanzas.