Por qué Dios no suprime la tentación

   Nosotros tenemos que vivir con Cristo durante el Milenio, y luego también con Dios por toda la eternidad. Después del Milenio Satanás vuelve a andar suelto un poco de tiempo, tentando a la humanidad. La tentación actual nos inmuniza a la tentación futura; la tentación sirve de educación para fortalecer nuestro espíritu. Las tentaciones y tribulaciones nos sirven para educación eterna. También las tentaciones sirven, al igual que Satanás y los demonios, para acortar el período en el cual todo el mundo puede hacer el mal si quiere, es decir, el período de tribulación de la creación.

   Aquí vemos de nuevo confirmada mi tesis de que Dios lo tiene todo bajo control, y que nada sucede sin Su anuencia.

   Satanás no podía (ni puede) dirigirse directamente a los apóstoles para tentarlos fuera de lo común, o para causarles tribulaciones inusuales. En este caso específico que más abajo vemos, nos enteramos de lo que está ocurriendo en las esferas celestiales. En otros muchos casos no tenemos la misma suerte, y por ello, nos creemos que Satanás puede hacer mangas y capirotes con los cristianos, con la Iglesia, con los humanos o con el planeta; pero no es así.

   Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como a trigo                 (Lc 22:31)

   Como bien claramente se ve, Satanás tuvo que pedirle a Dios que le concediera permiso para zarandear a los apóstoles, como efectivamente lo hizo luego.

   Otro tanto se ve en el caso de Job; Satanás no pudo simplemente caerle arriba Job y a sus hijos, porque así él lo deseara. Tuvo que mediar una petición por parte de Satanás y un permiso (con sus límites) por parte de Dios, como vemos en Job 1:9-12 y 2:4-6. O sea, que aún con el permiso de Dios en su mano, Satanás no podía hacer lo que quería, tenía sus límites para actuar.

   9 Y respondiendo Satán a Jehová, dijo: ¿Teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra. 11 Mas extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro. 12 Y dijo Jehová a Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satán de delante de Jehová.”                                                                                       (Job 1:9-12)

 

    4 Y respondiendo Satán dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. 5 Mas extiende ahora tu mano, y toca a su hueso y a su carne, y verás si no te blasfema en tu rostro. 6 Y Jehová dijo a Satán: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.”                                 (Job 2:4-6)

   Todo esto concuerda con lo dicho en I Co 10:12-13, donde se nos da a conocer que Dios no permite que nadie sea tentado más de lo que él pueda aguantar. O sea, que aún en el caso de la tentación personal a cada cristiano, Satanás o sus cómplices demoníacos tienen un límite más allá del cual no pueden ir.

   Es lógico que así sea, porque por creación, un ser tipo ángel es mucho más poderoso que un ser humano, y si Dios les permitiera usar todo su poder, es de pensarse que no habría un solo ser humano que resistiera tal presión. Por eso Dios pone límites, porque Su finalidad es adiestrar al humano en el rechazamiento del mal, aún cuando se lo propongan y se lo pinten con los mejores colores. La finalidad de Dios no es echar a pelear a una criatura frágil y débil, contra otra potente y cruel, para contemplar cómo en la pelea destrozan al infeliz.

   De esa manera, el humano, que puede constatar en sí mismo la potencia del mal y del tentador, aprende, por sí mismo también, a volverse a Dios por ayuda en una batalla tan desigual. Así queda asegurada su existencia futura y eterna, puesto que aprendió por experiencia propia, a apelar al que todo lo puede, cuando se ve inclinado a hacer o desear lo que Dios aborrece. Por eso Dios no suprime la tentación.

  Se constata de nuevo que Dios utiliza también las malas acciones de sus criaturas para producir beneficios a la creación. Se constata que todas las cosas ayudan al bien de los que a Dios aman, como se ve en Ro 8:28.

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